No sé de cuál opción se trata, pero lo cierto es que divierten mucho al observador, pues invariablemente suelen posarse cabeza abajo sobre la corteza del tronco de un árbol de mango, a tomar sol. Y… de rato en rato emprenden las vertiginosas y complicadas persecuciones aladas, que casi parecen peleas de perros o de gatos voladores, si éstos volar pudieran. Hay varias especies que hacen lo mismo, y la verdad da gusto observarlas y escuchar ese menudo toque de maracas que, cuando es muy intenso, nos recuerda también el ruido del chisporroteo de las hojas del bambú cuando se quema.
Hay variedades para todos los gustos y para pasar un ratoagradable disfrutando del aire fresco bajo la sombra, comiendo mango y escuchando a las mariposas tocar con sus maracas invisibles un joropo sin cuatro, sin arpa y sin capachos. CRB.
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