domingo, 4 de julio de 2010

Helechos arborescentes: siluetas del pasado

Carlos Rivero Blanco

Reminiscentes de un pasado de millones de años, estos interesantes helechos, probablemente sirvieron de alimento, hace millones de años, a bestias prehistóricas. Probablemente sobrevivieron, por haber podido sintetizar complejas sustancias orgánicas secundarias de mal sabor o hasta venenosas para evitar ser el alimento de posibles depredadores.


Hoy día, en realidad, sirven de alimento a pocos animales y apenas se le conocen algunos  parásitos, comensales o depredadores. El ganado no lo usa como forraje, y no se conoce ningún vertebrado que use su tronco o sus densos frondes como alimento. En algunas selvas, el Hombre  ha sido capaz de comer los retoños de las hojas de ciertas especies una vez hervidos, para eliminar de los tejidos una sustancia no palatable llamada sapogenina.



Estos helechos de porte arbóreo presentan un falso tallo, producto de la compactación de las raíces que sostienen su bello fronde, a modo de corona de hojas compuestas. Su silueta es como la de una amplia sombrilla de filigrana verde, que se confunde con la espesura o que contrasta con la neblina de la selva húmeda. Cuando son realmente viejos, son capaces de crecer hasta veinte metros de alto. Los helechos arborescentes llegan a sumar en el mundo unas 700 especies pertenecientes a sólo dos familias.

Crecen muy bien en terrenos inclinados,  bordes de carreteras y taludes que han quedado desnudos por los deslizamientos provocados por la lluvia. Siempre están presentes en lugares de mucha luz, ya que son pioneros en los claros que se forman cuando muere y cae un árbol viejo en la selva.


Se originaron hace trescientos millones de años, a finales del período Carbonífero, y tuvieron su mayor auge como grupo  durante el Jurásico y el Cretácico, en el apogeo de la era de los dinosaurios. Paulatinamente se ha ido reduciendo el número de especies. Hoy día, el ser humano es una amenaza grave para su futuro, debido a la destrucción de su hábitat húmedo y a la depredación para usarlos como material de sostén para cultivar orquídeas.

Han sobrevivido en ambientes tropicales y subtropicales, generalmente en ambientes húmedos a muy húmedos, o periódicamente inundables. Suelen estar representados por más especies en las tierras más cálidas y de mayor pluviosidad y, a medida que crecen a mayor elevación y la temperatura es más baja, persisten pocas especies pero con una mayor densidad de individuos,

Se reproducen por esporas. Los Soros están cubiertos y protegidos por una membrana llamada indusio, y contienen  los esporangios con las esporas. Una sola hoja o fronde produce cantidades astronómicas de esporas, todas viables, perfectamente fértiles si se colocan en el medio de cultivo apropiado. Sin embargo, su capacidad de reproducción no es efectiva si no se dan las condiciones ambientales de humedad, luz y substrato apropiadas para su propagación.


Algunos tucusitos o colibríes utilizan los tricomas sedosos de las hojas como material para fabricar sus nidos. El exudado ambarino de las raíces es utilizado en ciertos lugares como goma de pegar. Estos helechos son considerados ornamentales, pero es muy difícil que crezcan y se mantengan fuera del ambiente húmedo de la selva.  En Venezuela, han sido intensamente colectados para usarlos como medio de sostén para cultivar orquídeas, debido a la porosidad  de las raíces que conforman el falso tronco. Esto los ha hecho vulnerables a una selectiva actividad depredadora para un uso humano  irónicamente frívolo, como el de acabar con una planta muy bella para propagar otra planta igualmente bella.


Referencias:
Gómez  L.D., 1983. Cyatheaceae and Dicksoniaceae (Rabos de mico, Treee Ferns) en: Costa Rican Natural History. Ed. D. Janzen,.: 225-228


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