domingo, 4 de julio de 2010

La misteriosa extinción de los sapitos de selva nublada.

Carlos Rivero Blanco 

Las tres llamativas especies que ilustramos en esta Escena pertenecen al género Atelopus, un curioso arreglo anuros de formas muy coloridas de la familia Bufonidae, cuya lamentable extinción de los paisajes sombríos y húmedos de las selvas nubladas de la Cordillera de Los Andes y de la Cordillera de la Costa hemos presenciado durante los últimos treinta años.


Sobre la primera de ellas, el Sapito Rayado de Rancho Grande, mi amigo el Dr. Alberto Fernández B., me escribió hace algunos años:

“Esta hermosa especie de anfibio (Anura: Bufonidae) conocido como Atelopus cruciger, era muy común en los alrededores de la Estación Biológica de Rancho Grande, pero desde hace mas de 20 años nadie más ha logrado verla. ¿Que pasó? La literatura científica esta llena de misteriosas desapariciones de especies de ranas, en diversas y alejadas localidades de todo el mundo como Suramérica, Europa, Asia o Australia. Científicamente hablando, nadie ha podido explicar estas extinciones, ya que muchas han tenido lugar en bosques donde no se observa ninguna alteración del hábitat y por ese motivo muchos se inclinan a pensar que el problema se debe a cambios climáticos que, aunque no son perceptibles al ojo humano, si llegan a afectar a muchas especies de ranas que al parecer son muy sensibles a estos cambios. Factores como sobrecalentamiento global, lluvia ácida, contaminación atmosférica y otros, han sido señalados como probables responsables. ¿Qué puede haber pasado en Rancho Grande, Parque Nacional Henri Pittier, donde aparentemente nada ha pasado en los últimos años? Nadie tiene la respuesta correcta, pero es muy probable que la lluvia ácida causada por la emisión de gases industriales del cordón industrial ubicado entre Maracay y Valencia, puede ser la clave del problema.” ( Sorocua, agosto de 1998)

La causa de esta extinción, se conservará como un gran misterio. Hace treinta y siete años, (¿madre mía!), cuando recién estrenaba mis pininos de estudiante de biología en el año 1962, y por vez primera incursionaba por los senderos de la selva nublada de Rancho Grande, en el Parque Nacional H. Pittier, el sapito rayado Atelopus cruciger fue una de las especies que más llamó mi atención.

Como estudiante de Biología, uno lee textos y escucha lecciones sobre las extinciones, pero las percibe ubicadas en el pasado, más cerca de los dinosaurios que de nuestros tiempos,  creyendo que estamos protegidos de ese acontecer. El dodo o la paloma pasajera se extinguieron hace casi nada, pero esas extinciones no nos tocaron tan cercanamente como este caso.

El sapito rayado era un anfibio abundante y omnipresente en nuestras excursiones a la zona. Pero tanto Alberto como todos los demás investigadores que periódicamente visitamos Rancho Grande, hemos sido mudos e inermes testigos de su desaparición, apenas a una hora de camino de Caracas. Recientemente se han encontrado pequeñas  poblaciones relictuales que parecen demostrar que las especies se oponen contra ls fuerzas que las extinguen. Un investigador amigo, César Molina, quien estudia estas poblaciones, trabaja activamente para constatar si existen claros signos de recuperación en ellas. 

De igual modo ha sucedido con otras especies del mismo género en Los Andes de Mérida, el Atelopus carbonerensis, el Atelopus oxirhinchus y el Atelopus mucubajiensis.

Las fotografías que acompañan esta escena son elocuentes muestras visuales de la hermosura de estas especies. La de cruciger  la tomé en Rancho Grande, hace como veinte años. Las de carbonerensis y mucubajiensis las tomé en los años setenta, de ejemplares vivos cautivos en el laboratorio del Profesor Dr. Pedro Durant en la Universidad de Los Andes.


Sobre las especies andinas el Dr.  Enrique Lamarca nos comenta lo siguiente:

Atelopus mucubajiensis es una pequeña ranita (o sapito) de coloración generalmente amarillenta (aunque puede presentar tonos algo verdosos en algunos ejemplares) y manchas pardas irregulares en todo el cuerpo. El labio superior (de coloración más clara que el resto de la cabeza) es muy característico de esta especie, aunque presenta igual coloración en Atelopus oxyrhynchus [una especie de selva  nublada de los alrededores de la ciudad de Mérida].

    El hábitat de esta especie es el de páramo, sobre todo en la transición con el arbustal paramero (también denominado chirivital andino o subpáramo). Ahí se localiza frecuentemente asociado a riachuelos de aguas cristalinas muy oxigenadas. Cuando descienden las temperaturas (en horas crepusculares y hasta mediados de la mañana) los ejemplares prefieren refugiarse debajo de rocas relativamente planas y oscuras, ideales para garantizar un suministro indirecto de calor por re-irradiación. Los huevos son depositados en el agua en forma de cadenetas (en "rosarios"), como ocurre en el resto de la familia de los sapos (bufónidos). Los renacuajos presentan un aparato oral modificado en forma de disco (como un "chupón" succionador), para poder adherirse a las rocas y resistir la fuerza de arrastre de la corriente.

    La distribución conocida de la especie abarca desde la región de El Baho (cerca de Santo Domingo) hasta Pico El Aguila (cerca de los 4000 msnm).

    Las citas bibliográficas indican que esta especie era muy abundante en la región del Páramo de Mucubají. En 1990 iniciamos un estudio de seguimiento de las poblaciones de esta especie en la región de Mucubají, y hasta la fecha sólo hemos encontrado un ejemplar vivo (fotografiado y liberado en ese mismo año), y un ejemplar muerto, semi descompuesto, dentro del agua, y seis renacuajos (no capturados) en 1994. Desde entonces no lo hemos vuelto a ver. Suponemos que corre un grave riesgo de extinción.


La especie A. carbonerensis (la de color amarillo) estaba en sinonimia con A. oxyrhynchus, hasta que Lamarca realizó el estudio donde demuestra las diferencias osteológicas y de coloración de la especie. Un amigo le comentó que había visto una pareja cerca del páramo El Tambor (Edo. Mérida). No lo ha podido confirmar, pero significaría que todavía andan por ahí.

    Las causas de la disminución de las poblaciones no las conocemos. Todas las poblaciones se localizan dentro de áreas protegidas (Parques Nacionales Sierra Nevada y La Culata). Una amenaza potencial para la especie pueden ser -o haber sido- las especies introducidas de trucha (géneros Salmo y Onchorhynchus). Las plantaciones de coníferas pudieron haber colaborado con la acidificación de suelos y aguas, y con cierto déficit hídrico ocasionado por las altas tasas de evapotranspiración de estas plantas. Más recientemente, el fuego ha podido ser un factor adverso muy localizado.”

La Marca coincide con Fernández  y con nosotros en que estas especies están desapareciendo. Nosotros vivimos durante cinco años en el páramo de Mucubají, y nunca pudimos observar un sólo ejemplar de A. mucubajiensis. Tampoco escuché ningún comentario sobre su existencia.

Es lamentable, pero hemos sido mudos y pasivos testigos de las extinciones de varias especies de sapitos cuyo recuerdo queda ahora para el mundo sólo en imágenes digitales. Aprendamos la lección.

2 comentarios:

  1. ALBERTO FERNÁNDEZ BADILLO OPINA SOBRE...

    RANAS ARLEQUINES EXTINTAS

    http://lawebdealberto.blogspot.com/2007_05_20_archive.html

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  2. De nuevo la ranita verde de Rancho Grande
    por Alberto Fernández Badillo
    en Lista Ecologia y Ambiente

    http://elistas.egrupos.net/lista/lea/archivo/indice/3698/msg/4091/

    Hecni Meneses (hecnimeneses@hotmail.com)


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